domingo, enero 29, 2006



ALGUNOS HOMBRES BUENOS

El teniente Daniel Kaffee y el coronel Nathan R. Jessep están en un juzgado militar por la muerte de un marine

JESSEP: Nosotros cumplimos las ordenes, hijo. Cumplimos las órdenes o la gente muere. ¿Esta claro?

KAFFEE: Si, señor

J: ¿Esta claro?

K: Cristalino. Coronel, solo otra pregunta antes de llamar al aviador O´Malley y al aviador Rodríguez. Si Ud. Dio la orden de que no se tocara a Santiago, y sus órdenes siempre se cumplen, ¿Por qué iba a estar Santiago en peligro? ¿Por qué iba a ser necesario trasladarle de la base?

J: Santiago era un marine de bajo nivel. Iba a ser trasladado…

K: (Interrumpiendo) ¡Eso no es lo que ha dicho! Ha dicho que iba a ser trasladado porque corría un grave peligro.

J: Es cierto, pero…

K: Ha dicho “corría peligro”, y yo, “¿un grave peligro?”, y Ud…

J: ¡Recuerdo lo que he dicho!

K: Puedo hacer que el taquígrafo le vuelva a leer la…

J: ¡Ya se lo que he dicho! ¡No hace falta que me lo lean otra vez como si fuera un niño!

K: ¿Por qué las dos ordenes, coronel?

K: (Insinuando). A veces los hombres resuelven los asuntos por su cuenta.

K: No, señor. Ha dicho hace un momento que sus hombres no resuelven los asuntos por su cuenta. Cumplen órdenes o la gente muere. Así que Santiago no debía de correr peligro, ¿verdad, coronel?

J: ¡Insolente enano bastardo!

ROSS: Señoría, quisiera pedir un receso

K: Quisiera obtener una respuesta, señor juez

JUEZ RANDOLPH: El tribunal esperara una respuesta

K: (Siguiendo con calma). Si el teniente Kendrick dio la orden de que no se debía tocar a Santiago, ¿Por qué había de trasladarle? ¿Coronel? El teniente Kendrick ordeno el Código Rojo porque eso fue lo que Ud. Le dijo que hiciera…

R: ¡Protesto!

K: (Gritando). Y cuando todo salio mal, ¡dejo en la calle a estos dos! Hizo que Parkinson firmase una orden falsa y un traslado, y ahora la pregunto, coronel Jessep, ¿ordeno Ud. El Código Rojo?

JR: No tiene que responder a eso

J: Responderé. ¿Quieres respuestas?

K: Creo que tengo derecho…

J: ¿Quieres respuestas?

K: ¡Quiero la verdad!

J: (Furioso) ¡Tu no puedes encajar la verdad! Vivimos en un mundo que tiene muros, y esos muros han de estar vigilados por hombres armados. ¿Quién va a hacerlo? ¿Tu? ¿Ud. Teniente?. Yo tengo una responsabilidad mayor de la que tú puedas calibrar jamás. Tú lloras por Santiago y maldices a los marines. Tienes ese lujo. Tienes el lujo de no saber lo que yo se, que la muerte de Santiago, aunque trágica, seguramente salvo vidas, y que mi existencia, aunque grotesca e incomprensible para ti, salva vidas. Tu no quieres la verdad, porque en zonas de tu interior de las que no charlas con los amiguetes, me quieres en ese muro, me necesitas en ese muro (…) Usamos palabras como honor, código, lealtad. Las usamos como columna vertebral de una vida dedicada a defender algo. Tu las usas como gag. Y no tengo ni el tiempo, ni las mas mínimas ganas de explicarme ante un hombre que se levanta y se acuesta bajo la manta de la libertad que yo le proporciono, y después cuestiona el modo en que se la proporciono. Preferiría que solo dijeras “gracias” y siguieras tu camino. De lo contrario, te sugiero que cojas un arma y defiendas un puesto. De todos modos, ¡me importa un carajo a que creas tú que tienes derecho!

K: ¿Ordeno el Código Rojo?

J: Hice el trabajo que me encarg…

K: ¿Ordeno el Código Rojo?

J: ¡Por supuesto que lo hice, joder!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Deberías haber puesto el final del diálogo: "No soy su hijo, soy un oficial de la marina de los Estados Unidos; y usted está arrestado, HIJO DE PUTA!"

Saludos